Pertenecen al c�rtel de la droga m�s poderoso de Colombia. Por ayudar a capturar a su l�der m�ximo, Otoniel �suga, las autoridades ofrecen una recompensa de un mill�n de d�lares. Y aunque el gobierno anterior les bautiz� como 'Clan del Golfo', ellos insisten en que les conozcan como AGC (Autodefensas Gaitanistas de Colombia).
"Somos seguidores de Jorge Eli�cer Gait�n", claman, en referencia al admirado caudillo liberal, asesinado en 1947.
Siempre reh�yen a la prensa, pero esta vez los cuatro comandantes que forman el Estado Mayor Regional de las AGC, aceptan hablar con EL MUNDO en una t�rrida y pobre aldea de calles polvorientas que han convertido en uno de sus feudos en la Serran�a San Lucas, departamento de Bol�var, norte de Colombia. En el �rea, a la que se accede en moto por senderos, proliferan las minas ilegales de oro y siguen existiendo cultivos de coca, sus dos principales fuentes de ingresos.
"Las masacres est�n abolidas", aseguran. "Exigimos a nuestros hombres respeto a la poblaci�n civil, no est� permitido maltratarla". Es cierto que en lugar de las terribles matanzas de veinte, treinta personas o m�s, estrategia de las extintas AUC (Autodefensas Unidas de Colombia) para conquistar pueblos, cometen asesinatos selectivos. Aunque no lo admitan, perdieron la poderosa estructura criminal de anta�o y deben moverse con pies de plomo para no enfrentarse con los pobladores que pueden denunciarles de manera an�nima ante el Ej�rcito si se exceden.
De ah� que al tiempo que exigen "lealtad a la comunidad", eufemismo de la ley del silencio que imponen en sus territorios, enseguida recalcan que los �nicos objetivos de sus balas son los "sapos (soplones), violadores, cuatreros".
Para justificar sus cr�menes y demostrar que ya no aprietan el gatillo con facilidad, se�alan: "Podemos matar sin investigar, pero no lo hacemos. Los llamamos antes para aclarar y castigamos a los que nos traen una mala informaci�n".
Ninguno ejerce de portavoz, piden que transcriba sus afirmaciones como una posici�n colectiva. Tres son jefes militares -alias 'Antonio', 'Champeta', 'El Cabo'- y el jefe pol�tico responde al nombre de 'Alexis'. Todos provienen de las AUC y en el transcurso de la entrevista, el verbo "matar" sale a flote con frecuencia puesto que sigue siendo su mejor arma de convencimiento.
"(La gente) Nos hacen caso por las armas", reconocen, para agregar enseguida, "y por los ideales. Nuestro objetivo es conseguir igualdad de derechos, equidad social, educaci�n, salud. Hay mucha desigualdad, pero comunistas no somos", aducen.
Indican que no reclutan "menores de edad, solo de los 18 en adelante. No aceptamos con una enfermedad, sin una pierna. Deben entrar con las dos y si la perdi� en la empresa (Autodefensas Gaitanistas), se indemniza. Hijos �nicos, no traemos. Cuando un joven quiere ingresar, lo mandamos al pol�tico y se le explica que es una vida dura".
En sus manifestaciones evidencian el empe�o en revestir de ropaje pol�tico sus acciones. Aspiran a negociar alg�n d�a un proceso de paz similar al de FARC o ELN. "No aceptamos un sometimiento a la Justicia, nos acogemos a un proceso de desmovilizaci�n con garant�as para nosotros y las comunidades. En la desmovilizaci�n pasada (sellada entre el gobierno Uribe y AUC) no ofrecieron alternativas a los combatientes y a las comunidades no les dieron respuestas, las abandonaron", aducen.
Con el ELN, tambi�n presente en la Serran�a, mantienen "un acuerdo de no pisarnos las mangueras, juntos pero no revueltos, ellos en su zona y nosotros en la nuestra. Nosotros tenemos minas (anti-persona), explosivos, pero no las usamos para minimizar el terrorismo. No queremos enfrentamientos con el Ej�rcito y el ELN para evitar ataques del Estado que produzcan desplazamientos". Ese pacto con la guerrilla evita atraer la atenci�n del Gobierno, no les conviene una confrontaci�n larga. Su intenci�n es manejar los negocios sin interferencias, de ah� que quien quiera hacer pol�tica y ejercer liderazgo social en la zona, deban ignorar su presencia, mirar para otro lado y en caso de necesitarles, atender sus requerimientos. O los sacan del camino.
Reconocen que cobran 'vacunas' (impuesto revolucionario) y la gente se queja "A nadie le gusta trabajar y pagar impuestos. Pero hacemos reuniones y explicamos que es un aporte para seguridad. Cuando a las personas se les pierde una vaca, no van al Ej�rcito, acuden a nosotros. Somos los 'sheriff', imponemos el orden, hacemos de jueces, resolvemos disputas cotidianas. Prohibimos pelear en los establecimientos p�blicos y ponemos multa de un mill�n (270 euros) y cubrir la incapacidad si hay heridos. Con las multas compramos regalos para la gente el D�a de la Madre y los 31 de diciembre".
Al dar por concluida la entrevista, entregan el pasqu�n Por una Colombia Madre patria para todos, su prueba de que siguen un ideario. Pero para el Gobierno de Iv�n Duque no son nada distinto a un c�rtel del narcotr�fico.
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